Con el perdón de Milán Kundera, quien escribió la famosa obra intitulada ‘La insoportable levedad del ser’, quiero referirme a la honda crisis socio-política y económica que se encuentra atravesando la hermana Venezuela, para encontrar al gran culpable de esta triste situación, pues, en las elecciones pasadas del mes de octubre ya no debió terciar aquel candidato que sabiendo como él sabía la gravedad de su enfermedad, lo hizo, arrastrado por la insaciable sed de poder, y para mantener dizque incólume el proyecto de un socialismo, que así como están las cosas, nadie querría para ningún otro hermano país.
Un buen estadista, o quien se precia de serlo, a más de sabiduría, debe ostentar el menos común de los sentidos, el sentido común; el sentido del tiempo y el sentido del límite.
Se mal utilizó el nombre de Simón Bolívar, para mantener un sistema de gobierno que nunca soñó el Libertador, porque los ideales de él se sustentaron en una América unida, libre y democrática.
Lástima que los grandes desaciertos tarde o temprano cobran factura, y pagan los más inocentes. La dimensión de la hecatombe tiene relación directa con el derroche y el desgobierno .