Ante la imparable y sangrienta ola delictiva que, actualmente, nos acecha, los ecuatorianos estamos sumamente alarmados y temerosos de poder realizar tranquilamente nuestras actividades cotidianas.
No hay sitio en donde delincuencia no siente sus reales y nos ataque sin piedad dejando a su paso una estela de sangre, luto y orfandad.
Frente a estos hechos, la ciudadanía se pregunta: ¿No existe forma alguna de frenar o al menos atenuar esta situación de riesgo permanente en la que nos encontramos: temerosos de caminar, transportarnos en taxis u otros medios públicos, estar en nuestras casas, oficinas, consultorios, restaurantes, etc.?
La verdad es que la tranquilidad de antaño ha desaparecido por completo. En tal caso la gente sugiere la idea de que la ciudadanía vuelva a retomar las armas, obviamente tras un análisis exhaustivo en cada uno de los casos; pues, mientras los criminales andan armados hasta los dientes, las víctimas nos encontramos en una completa indefensión a merced de los maleantes.
El Ministerio de Gobierno y otros entes responsables deberían tomar cartas en el asunto permitiendo, al menos, que los ciudadanos tengan con que responder a tan alevosos y criminales ataques.