Hace pocos días mi hijo sufrió un asalto en plena Amazonas y Naciones Unidas, por parte de varios sujetos que le rodearon e intimaron; le obligaron a dar la clave de una tarjeta de débito y lo retuvieron hasta sacar el dinero, aparte de quitarle otras cosas de valor. A plena luz del día, frente a cientos de personas e incluso policías que circulan por ese movido sector y es que estos delincuentes utilizan ingeniosas tretas actuando como conocidos o haciéndose los afectados; cierto, nadie quiere involucrarse pero cuántos asaltos podrían frustrarse si alertamos a un policía al ver algo raro o sospechoso.
Ya el temor y la sensación de indefensión es de todos, la violencia e inseguridad impera campante. Hay más policías dedicados a impartir sanciones económicas, que a precautelar la integridad ciudadana.
En esta penosa circunstancia algo positivo he encontrado, el trato cordial de la funcionaria de la Fiscalía que recibió nuestra denuncia dentro de un recinto cómodo y organizado.