Antes de emprender el viaje uno mira con perspectiva y a veces con detenimiento ¿a dónde va ir? y ¿por qué y para qué viaja? La idea de salir de lo habitual forma parte de ese deseo, cada uno tendrá sus razones pero las mías casi siempre han sido conocer otros paisajes y otra latitudes y buscar de una u otra forma el placer de la aventura que según Javier Reverte, escritor español “consiste en ser capaz de vivir como un evento extraordinario la vida cotidiana de otras gentes en parajes lejanos a tu hogar”.
El disco nos presenta paisajes que nos permiten imaginar otras tradiciones, otras costumbres, otras vidas; esa reminiscencia es bien resaltada por los arreglos que mediante una interpretación notable del ensamble, logran transmitir una dosis de emociones e impresiones que van desde lo melancólico hasta lo eufórico.
Ya entrado en camino la música del disco nos permiten acercarnos personajes conocidos y otros anónimos, un viaje a través de una selección de obras ordenadas cronológicamente desde la segunda mitad del siglo XIX (1850) hasta el siglo XXI (2017), estas obras se relacionan con varios géneros de la música ecuatoriana y se presentan como arreglos, adaptaciones y recreaciones de compositores de música popular y académica.
Escucharlo ha sido reconocer otros lugares (musicales), esa revitalización del repertorio de música popular ecuatoriana que siempre es oportuna. Ahora estoy esperando que se presente un nuevo viaje, y vale la pena decir que me quedo meditando sobre los recuerdos (musicales) y momentos que he vivido con este disco; esos, aquellos que los harán inmortales cada vez que los rememore.