Recordamos el bagaje de apreciaciones de los abuelos gracias a los proverbios que nos dejaron. Los actores modernos de nuestra política deberían repasar la esencia de esos dichos que nos legaron nuestros antepasados para actuar con prudencia. Recuerdo que mi abuelo decía: “Duda y acertarás”; pero vemos que nuestras cabezas nunca dudan de sus colaboradores y los respaldan a raja tabla antes de que ni siquiera se inicie un proceso de indagación. Así demuestran que tienen una alta dosis de ingenuidad al confiar en sus colaboradores sin el beneficio de la duda.
Igual, mi abuelo me decía: “Espero que nunca te des con la piedra en los dientes”; y, “el peor error que puedes cometer es pensar que todos proceden como tú lo haces”. Hasta ahora no he dudado de la honorabilidad y buen proceder de nuestro Presidente; pero sí creo le falta repasar lo que menciono para que no sufra decepciones.
Sin embargo, la antítesis del proceder del Primer Mandatario se da cuando pide al Congreso fiscalizar las fuentes de información para los casos en los que se da a la luz procesos aparentemente torcidos; allí sí, nuestro Presidente no peca de ingenuo y le sobra malicia.