Miré y escuché por televisión la presentación del informe de labores del Presidente de la República en el Palacio Legislativo, me sorprendió la informalidad con la que Moreno se presentó ante el auditorio. Improcedentemente, ingresó distraído, tratando de encontrar amigos con quien saludar, tanto que dio la mano a varios ciudadanos y a casi todos sus Ministros, todo lo cual en un acto protocolar no es permitido.
Recordó varias anécdotas; diferentes frases de personajes conocidos y hasta hizo bromas con sus familiares, olvidando que se trataba de una “sesión solemne”, de formalidades importantes, donde las acciones reñidas con ellas y la falta de seriedad no son aceptadas, al menos en una ceremonia como la referida, pues no se trataba de una reunión de amigos, sino, nada menos, de una rendición de cuentas al País, prevista en la Constitución Política.
Que diferencia con la alocución de la Presidenta de la Asamblea, porque ésta sí estuvo a la altura del momento que se vivía, en tanto que la otra fuera de sitio. Ser simpático está bien, siempre que se guarde el comportamiento adecuado según el momento de que se trate.