En las protestas de los indignados, que se extendieron a 900 ciudades del mundo, desearía ver el primer plano de sus vidas, cuando ya han regresado a sus hogares; una vez abandonados mochilas, banderas, eslóganes, saber dónde han quedado todo ese malestar y demandas
a sus respectivos gobiernos.
Los observadores lo exaltan o lo descartan, encuentran expresiones, lucha de clases, antipolítica. Pero todo reducido a critica y desahogo, una protesta sin un líder y sin identidad, salvo la ira y la rabia. Indignados con unos gobiernos que han arruinado económicamente a sus países. La ola de indignación, que tan fácilmente puede convertirse en ideológica, pero esta explosión de descontento se reconoce y comprende porque tiene razones profundas, verdaderas y documentadas.
Mi indignación de este mal gobierno socialista es: la ola de corrupción que hay; comisarias corruptas, valijas diplomáticas con sello de Cancillería enviadas con sustancias tóxicas, cambio de ministros a otros ministerios, sin los conocimientos técnicos mínimos requeridos. En este Gobierno de la mal llamada revolución ciudadana hay profesionales dirigiendo la judicatura, ingenieros, defensa, agricultura, Vicecancillería periodistas, pero la cultura latinoamericana es eso, nosotros elegimos a nuestros representante a cantantes, presentadores, deportistas, cómicos que dirijan el rumbo de nuestro país, qué indignación.