Los indígenas y su agresividad

Tengo la impresión que desde el lado de los mestizos se sigue mirando a los indígenas con una cierta compasión: ¡ah, pobrecitos! Lo cual es un error. Desde el retorno del Ecuador a la democracia en 1979, los ecuatorianos han tratado de integrar a sus culturas -respetando, desde luego, sus tradiciones y mitos- a los indígenas. Y muchos se han integrado gracias a que aprendieron el español, el idioma denostado por un sector de los indígenas que lo rechazaban porque lo consideraban el idioma de los conquistadores y de los patrones; y que obligarlos a aprender el español era para seguirlos sometiendo.

Dominar el español, sin embargo, les ha permitido a los indígenas integrarse en todos los aspectos, ya sea en lo económico, social, deportivo. Sin embargo, los dirigentes indígenas se empeñan en mantener la cuestión de la exclusión; creen que las generaciones del periodo democrático seguimos siendo responsables de las omisiones del pasado. Y en sentido los ecuatorianos hemos sido objeto de agresiones, de vejámenes como los vividos en las recientes manifestaciones indígenas, en las que se retuvo a periodistas y policías; se los amenazó, vejó y denigró obligándoles a emitir pronunciamientos contra su voluntad; a los policías se los hizo cargar un ataúd; y en actitud agresiva el dirigente de la Conaie, Jaime Vargas, le mete los dedos al policía gritando que él también es “pueblo”. En una manifestación indígena de los años 90, un grupo de ellos obligó a una señora embarazada a bajarse del taxi y a caminar descalza, con el argumento de que ellos así lo hacían siempre; en otra marcha, los indígenas obligaron a un

transeúnte a que se quitara la corbata. Y así por el estilo, los ecuatorianos hemos sido objeto de atropellos y agresiones por parte de los indígenas.

Francisco Antonio Llanes Suárez

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