Mirando con detenimiento las evidencias que se exhibieron en el cese de los miembros del Consejo de la Judicatura, en los razonamientos que motivaron ese cese, y, en la cadena de responsabilidades en los diferentes nombramientos, nos lleva a la certeza de que se procuró, durante el régimen anterior, mantener una vinculación dependiente, obediente, en todas las instancias, fundamentalmente en la justicia.
Es después de que se evidencia el secreto a voces de que se buscó copar todas las dependencias gubernamentales, alardeando de meritocracia, con fines ideológicos o con amigos incondicionales, que reflexionamos sobre lo que esto dio como resultado. Muchos ya lo vimos, lo percibimos y lo criticamos, pero hubo una mayoría que silenció y lo permitió. Aún hoy hay voces defensoras de esa implantación grosera y abusiva. Aún hoy hay mentes que se cierran en algunas obras visibles: mejora de carreteras, “aunque sea a sobreprecios” dicen, demostrando una dependencia infantil, una minoría de edad en madurez. La mente se independiza cuando está en capacidad de manejar sus propios pensamientos sin la necesidad de la orientación de alguien más. Esto se produce cuando ha habido un esfuerzo por desarrollar el razonamiento propio, el análisis lógico despojado de influencia externa. Eso es lo que se conoce como el camino a la excelencia. Las personas que privilegian la adopción de criterios ajenos, que someten sus conclusiones a la voluntad de otras personas, o que se someten a afinidades ideológicas o fidelidades amistosas, mediocres, convierten en herramientas de otros.