Cada vez se hace más cierta la frase: “dejé de aprender cuando ingresé a la escuela”; realmente nuestro primer lugar, más importante y ambiente de educación que está fundamentado en el amor es nuestro hogar, aquí aprendemos a protegernos “iniciar” una autoestima notablemente importante y valores éticos y morales que solo se enseñan y aprenden con amor, cariño físico y consejos bastante claros. Posteriormente, la sociedad nos se ha encargado de fortalecer y/o desviarlos lo aprendido desde el nacimiento y en el día a día. Actualmente la sociedad está alarmada por una realidad conocida desde hace muchos años que los especialistas ya la habíamos denunciado sin haber recibido la menor atención; que se trata del abuso sexual (y otros más) a niños en instituciones educativas; esta realidad antigua, ya que mediáticamente está siendo atendida por las autoridades debe comenzar por analizar el estado de funcionabilidad de los hogares, que tristemente cada vez se vuelven más disfuncionales produciendo sujetos agresores y chicos temerosos con falta de autoestima y otros valores, de hecho los agresores tienen algún trastorno mental. Deberá evaluarse justamente el estado mental de quienes educan (en diferente actividades) y también el mismo estado en los niños que pueden en ambos casos necesitar ayuda especializada. La Justicia con la “novelería” de acelerar juicios de divorcios, alimentos, etc, no permite una conciliación y arreglo sino que de alguna manera “induce” actuando ágilmente por parte de pocos jueces a disolver hogares y/o profundizar conflictos que repercuten en los menores y adultos que ocasionalmente son educadores.