Todos se subordinaron a la arbitrariedad del CNE, los viejos y los nuevos, los diestros, los siniestros y los neutros; el miedo a ser marginados de la próxima pantomima electorera los colocó de rodillas ante el abuso, y, se hallan, los no favorecidos, recogiendo las firmas complementarias para no ser ilegalmente desconocidos. Este es otro de los episodios que se desarrollan, dentro del imperio del miedo, que lamentablemente asola a nuestro pueblo desde la “metida de mano” a la justicia.
No creo en la ineficiencia de nuestra clase política, hay cuadros valiosos que sienten a la patria y luchan por mejores días, sin embargo, es preocupante la falta de firmeza y coraje para defender principios y garantías que consolidan un Estado de Derecho. El factor miedo que desencadena el totalitarismo mediante abusos, atropellos y amenazas, impide la unidad de los contrarios, y nadie es capaz de renunciamientos vitales por temor a ser más vulnerables.
El totalitarismo se ampara en su Constitución ad-hoc, que disfraza de democrática la dictadura sincronizada, y no se promueve una profunda reforma por vía constituyente que restablezca la República, la moral y la justicia, porque impera el miedo a perderlo todo. La suma de arbitrariedades que nos llevan a una reelección totalitaria, determina que se empiece a ejercer el derecho previsto en el art.98 de la Constitución, y organizar La Resistencia contra el totalitarismo, dejando atrás ambiciones electoreras y temores reverenciales.