Ilegítimamente desheredados
El actual Estado ecuatoriano es como un mal padre que ordena a gritos, impone su voluntad, manda con prepotencia, prohíbe, castiga, coarta libertades, no deja que se genere riqueza y se progrese. No podemos permitir que el proyecto de ley de nueva reforma tributaria pase, pues una idea de una sola persona irá a unas contadísimas de la misma ideología en la Asamblea, y esas voluntades se impondrán sobre las de millones de ecuatorianos.¿Acaso quienes piensan tratar y aprobar por imposición la absurda ley no son hijos, no son padres, no tienen algo que heredar en voz activa y en voz pasiva? ¿Qué padre no busca dejar a sus hijos una herencia en bienes o en dinero? Las empresas familiares también serán castigadas. Es pecado para el Estado que los ciudadanos generen riqueza. Esta no es una forma de redistribuir la riqueza, sino de redistribuir la pobreza. Se siente claramente el criterio de lucha de clases con el que gobierna el actual régimen. El sector privado alimenta al Estado, los individuos sostienen al obeso aparato estatal. Se crean más impuestos y menos libertades, menos seguridad, menos confianza de crecer y progresar. Desestimula el ahorro y la inversión. Personas naturales y jurídicas se verán imposibilitadas de pagar los altos valores de impuestos a las herencias. No podemos ni debemos seguir manteniendo al Estado vía impuestos confiscatorios. El Ecuador necesita volver a vivir en goce de libertades. No hay derecho de empobrecer a quienes generan dignamente trabajo y riqueza; y a quienes reciben legítima y merecidamente las herencias. El pretendido asalto del Estado es ilegal e inconstitucional.