El artículo de Diego Cevallos se contradice al decir que parte de la homofobia se escuda en la palabra de clérigos o en presuntas leyes divinas para luego decir que ciertamente las iglesias condenan la violencia contra los homosexuales. Confunde también el disentir con la intolerancia. Que alguien no esté de acuerdo con una conducta no le hace su perseguidor. Muchísimas personas no estemos de acuerdo con la homosexualidad, eso no nos convierte en homofóbicas. Los católicos creemos que la Biblia contiene la palabra de Dios.
Si Dios dijo que algo era malo, hoy sigue siendo malo. La Ley de Dios es inmutable y no se acomoda a los tiempos y vaivenes del ser humano. Quienes estén a favor del aborto, matrimonio homosexual, fin del celibato sacerdotal, sacerdocio femenino y se dicen seguidores de Cristo; no lo son. Quieren un Cristo artificial y a su medida, construido socialmente. Es un Cristo falso. No es tarea pendiente de las iglesias reconsiderar la palabra de Dios sino ser fieles a ella.