Cuando los sistemas de seguridad social introducen nuevas prestaciones o las extienden a otros sectores de la población, quienes los dirigen, por elemental responsabilidad, tienen la obligación de garantizar su sostenibilidad financiera. Por desgracia, el término revolución ha sido antónimo de previsión y homónimo de improvisación. Si a ello sumamos el profundo desconocimiento de las ciencias actuariales de quienes dirigieron el IESS los últimos años, comprenderemos las razones de su enorme déficit actuarial y la inminente quiebra del seguro de salud.
En este contexto hablar de universalizar la seguridad social, sin mencionar su costo ni el origen de los recursos es anacrónico, irresponsable. Enviar al nanocorcel de Zeus, Pegaso, sin tomar en cuenta los riesgos. ¿Quién pagará la factura de estas aventuras? No es posible que el IESS cargue con todo el peso de las ofertas revolucionarias, mientras el dios del Olimpo juega con las pensiones jubilares de varias generaciones, a cambio de papeles que bien podrían aliviar los desesperados requerimientos de Maduro y sus compatriota s.