El presidente Isidro Ayora, el 8 de marzo de 1928, funda la Caja de Pensiones. En 1970, esta toma el nombre de Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) con el propósito de otorgar prestaciones y servicios al trabajador ecuatoriano y a la población vulnerable (adultos mayores) a fin de atender riesgos y accidentes de trabajo, enfermedades, vejez, ayuda mortuoria y montepío. En los sistemas de seguridad social las pensiones jubilares se cubren con las aportaciones de los afiliados, es decir, cada generación activa paga a la anterior y recibe de la siguiente.
El cálculo matemático actuarial permite determinar la supervivencia de las personas y establece el manejo de los “fondos de los afiliados” en el tiempo. Los aportes se acumulan e invierten para garantizar el pago de las pensiones y la atención médica de afiliados y jubilados previniendo en el futuro un posible desfinanciamiento. Si el IESS ha incrementado en los últimos años el número de afiliados y jubilados, ¿por qué la atención médica y de especialidad no puede ser oportuna y de calidad? Conseguir una cita médica es una odisea que no termina tras largos meses de espera. No se dispone de especialistas, de medicamentos ni de exámenes médicos indispensables para una correcta atención.
Los convenios con clínicas particulares están suspendidos por falta de pago. Jubilados y extrabajadores del IESS reclaman por sus ínfimas pensiones jubilares mientras a otros se les niega este derecho.
Hoy las jubilaciones se pagan con bonos y bajo ciertas restricciones. ¿Será que 85 años de existencia del IESS no han sido suficientes para desarrollar un Sistema de Seguridad Social eficiente, oportuno, eficaz, solidario, de calidad, íntegro, universal y económicamente sustentable?.