Las últimas elecciones han mostrado el interés individual de una sociedad, de que en municipios o prefecturas, las cosas se hagan bien. Si en unos sectores del país, se premió a la buena gestión o también, a la gestión a los “ojos” (entre comillas), sin alcantarillado pero con parques que ganaron votos, en otros sectores del país, se castigaron los gruesos errores de gestión, demostrados durante todo un periodo. El día en que los políticos hagan conciencia de que los idealismos de derecha o izquierda, en la práctica, pasan a segundo plano, y la prioridad sea que los ricos sean menos ricos y los pobres sean menos pobres, el Ecuador no necesitará cambios en la Constitución, por la debilidad de que pocos practican estos nuevos modelos mentales. Sin este cambio todos perdemos, ricos no tienen crecimiento real y sostenido y pobres siguen sumidos en el sobrevivir y no producen una demanda creciente.