No es ficción, ni exageración, son hechos sucedidos hace unos días en el Hospital Carlos Andrade Marín.
Llega un paciente sangrando profusamente por la boca, nariz a la sala de emergencia, por un descenso dramático y casi incompatible con la vida de las plaquetas (2.000), simplemente le dicen que se siente, lo mantienen sentado sin ninguna atención por cerca de tres horas, hasta que le ve el medico de emergencia, el mismo profesional se asusta del estado del paciente y le envía con el hematólogo (Especialista de la sangre), este a su vez le hace esperar casi una hora.
Al verle le manda exámenes, que al ser emergentes debían hacerlo máximo en unos quince a veinte minutos, se demoraron cuatro horas. Llegan los exámenes e indican que se hospitalice al paciente de urgencia, pero para variar no hay camas, y le toca seguir sentado al paciente en la silla plástica de emergencia por seis horas más. Para esto ya han pasado más de doce horas, desde que llego el paciente; a la madrugada le trasladan a una habitación.
Este es el drama real de prácticamente todos los pacientes que esperan ser atendidos en los hospitales del IESS. ¿Dónde está la excelente prestación de salud?, ¿dónde quedo la humanidad de los profesionales?, quizás se perdió en la inmensa aglomeración de seres humanos que necesitan ser atendidos, pero que solo encuentran humillación y malas caras.