Incomprensible la actitud del presidente Chávez que, viéndose que se le acaba la vida, presuroso se da golpes de pecho y pide a su Dios que lo deje vivir un poquito más; para acto seguido, demostrando sus instintos nada democráticos, despotricar en contra del candidato opositor Capriles, al tiempo que amenaza a banqueros, municipios y policías de gobiernos seccionales opuestos con enviarles tanques para desalojarlos, todo eso con una rabia digna de quien quiere ganarse un puesto en alguna paila de los quintos infiernos y no un lugar en el anhelado cielo cristiano. Si tan creyente se ha vuelto viendo la cercanía de la Parca, al menos debería ser más conciliador y procurar dejar una patria unida; fuera amenazas, intimidaciones e insultos.