No sé si está aún vigente la disposición constitucional “la salud del pueblo es la suprema ley” y si los gobiernos de todos los tiempos han cumplido con este derecho en toda su extensión o si han soslayado y desacatado el cuidado de la salud y bienestar de sus habitantes, lo cierto es que siempre este sector social ha sido relegado y pospuesto sin dotarle de los recursos materiales, humanos y económicos que ha necesitado para cumplir a cabalidad con este noble propósito y otorgar un servicio eficiente a los usuarios del sistema nacional de salud. La declaratoria por parte de este Gobierno de la gratuidad del acceso a la salud y la atención médica en los hospitales públicos, han estado marcadas por la falta de planificación y prácticamente el colapso del sistema por la excesiva demanda y la limitada oferta, a esto se suma la falta de una estructura sanitaria renovada y moderna. El problema actualmente se complica por el despido intempestivo o ” renuncia obligatoria ” de cerca de 200 profesionales de la medicina, la mayor parte especialistas y subespecialistas que ejercen en los hospitales estatales y la queja diaria de los pacientes por la falta de atención en las consultas externas, pues se ha generalizado en los usuarios la idea de que todos sus males deben ser tratados por especialistas y exigen este tipo de servicios. Al margen de todo esto, es inexplicable dicha medida gubernamental, pues se ha seguido un proceso de evaluación y seguimiento a los profesionales por parte de la Policía y el Ejercito que resulta extraño y fuera de toda lógica, quizá usando parámetros equiparables a los delincuentes, si hay profesionales que han cometido graves faltas éticas y de moral profesional, pues que se los juzgue y si son culpables que se los sancione que para eso hay procedimientos legales pertinentes, proceder de otra manera es coartar sus derechos e impedir su defensa. Tampoco han sido previsivos el Gobierno y las autoridades sanitarias para decirnos cómo los van a reemplazar si ya sabemos que no hay suficientes médicos especializados en las diferentes y complejas áreas de la medicina. No puede ser que en pleno siglo XXI sucedan estas cosas y la atención de la salud que es el bien humano más preciado, merezca este tipo de atropellos y perjudique a los miles de dolientes y a sus desconsolados familiares.