Presidente, no es el momento de seguir armando conflicto y pelear con enemigos imaginarios. Tampoco es momento de seguir lanzando consignas triunfalistas inútiles que no resuelven nada. Es el momento de agachar la cabeza y pedir ayuda a economistas que siguen corrientes modernas acordes a la economía globalizada que vive el mundo y así poder salvar al país del abismo al que su proyecto político lo ha llevado.
Agachar la cabeza no es símbolo de humillación, sino de humildad, especialmente cuando uno se ha equivocado. No le pedimos que pida disculpas por los años de insultos y atropellos a la democracia y la libertad.
Tampoco le pedimos que reconozca el profundo daño que ha hecho fomentando el odio social. Solo le pedimos que tenga la humildad suficiente para escuchar lo que los ciudadanos están pidiendo a gritos en las calles y en las redes sociales.
Es lo único que nos puede salvar o más bien dicho es lo único que puede salvar lo poco que nos queda para que el país no entre en un colapso total en este año y poco más que le quedan en la Presidencia. Es eso o que el orgullo y la arrogancia terminen por hundir al Ecuador.