La consideración de los valores personales, el reconocimiento de las necesidades y los deberes para con uno mismo y luego con los demás, marcarán el camino a seguir. Imposible hacerlo si no se reconocen con sencillez nuestros errores, defectos y arrogancias.
La diligencia será un puntal, trabajando, para obtener el triunfo, ejercitando la mente con el cuerpo hasta lograr el fin deseado, aspirando a obtener algo digno de alabanza, la fama se presentará si eres emprendedor, si no te dejas vencer por la opresión, admirando seguir el ejemplo de quienes cumplieron sus proyectos personales y trataron de alcanzar sus sueños. La planificación es parte de la previsión para que, en el tiempo escogido llegar a la meta que se desea. Hoy las olimpiadas rindieron homenaje a la superación física individual, nuestras miradas contemplaron a quienes lograron exceder a los demás en sana competencia. Pero esto no es sino un ejemplo del destino del hombre, porque su logro no sólo rompe records olímpicos, sino que avanza en las artes, medicina, electrónica, astrología, física y todas las demás actividades que componen el saber humano. Su desarrollo es parte de lo que se considera su vocación o habilidades innatas o aptitudes. Las medallas olímpicas de la vida serán para aquellos que persisten en lograr lo que son capaces, la comunidad entera se beneficiará y la misión del estado debe ser el apoyar a que todos logremos el poder servir a los demás en lo que mejor nos desempeñamos.