Desde las mellizas maracas, hasta el principesco violín, pasando por la agujereada flauta, el elástico acordeón, la bohemia guitarra, el inconmensurable arpa; incluido este humilde literato, lloran tu partida; pues, estas musicales e ingenuas criaturas al igual que yo, creían que eras inmortal; ahora me doy cuenta, que tu voz, es la que nunca morirá, y desde ya, anidaran aquellas legendarias melodías; Con el viento a tu favor, Melina, Algo de mí…. en ese templo donde moran los recuerdos, como testimonio imperecedero de que existió una época no muy lejana, en que la letra y música de una canción, para enriquecerse, se adentraban en caminos muy profundos.
Camilo, al final de tu laureado camino, sucumbiste a esa debilidad existencial, hija primogénita de la fama; y es que, aunque parecías etéreo, estuviste hecho de frágil tierra; por eso, tus millones de adeptos no te seguirán por los insignificantes surcos que tapaste, lo harán, porque dejaste una profunda e imborrable pisada; y como dice tu discípulo Arjona en un canto; las nubes grises también forman parte del paisaje. Y siempre….con el viento a tu favor.