Querida hermana te forjaste en el trabajo arduo y recogiste las virtudes enseñadas con el ejemplo, te graduaste con las más altas calificaciones, fuiste Premio Contenta y realizaste con abnegación tu labor de ser la mejor Primera Trabajadora del Ecuador, no su Primera Dama, mujer encantadora y dulce, siempre fuiste solidaria, donde había una necesidad corrías en su socorro, cuántas personas te recuerdan por haberlas auxiliados en sus enfermedades, por haberlas enviado fuera del país a ser operadas sin costos para el Estado.
Ayudaste a la resolución de sus problemas a miles de personas y además entregaste con profundo amor una amistad incondicional. La razón de tu existencia fue el amor, la solidaridad, el servicio a tus semejantes con altruismo, pasión y mártir absoluta en todas las actividades que emprendiste.
Como vicepresidenta a nivel mundial de las mujeres, siempre fuiste una feminista y luchaste por sus derechos, perpetuamente eras llena de gentilezas, un ser maravilloso que irradiaba un haz de luz porque iluminaba todos los ambientes, todas las actividades que realizabas eran con sed permanente de conocimiento, inteligencia, amabilidad y distinción.
Eres el rostro de la bondad, la caridad divina y el amor permanente a Dios por tus innumerables obras y hechos, siempre viviste el mejor ejemplo de esposa, madre, hermana, amiga y heroína a seguir para futuras generaciones. Querida hermana eres un paradigma de patriotismo nacional inmolada a los 40 años de edad, entregaste sin medida tu amor, con tu sacrificio y tu sangre nos enseñaste los principios y umbrales de la vida: “Por ello sabemos que solo el amor logrará la transformación humana en beneficio de todos, vives en los corazones de los que te amamos y recordamos fervorosamente tus enseñanzas con profunda ternura y abnegación”.