Como suele ser frecuente en la historia de las naciones suramericanas, fueron extranjeros quienes midieron, describieron y descubrieron nuestro territorio. Basta con observar la literatura sobre la historia, geografía y naturaleza suramericana y quienes fueron sus autores.
Tal fue el caso de Joseph Sinclair y Theron Wasson, miembros de la Sociedad Americana de Geografía, quienes en la segunda década del siglo XX exploraron nuestra región amazónica.
En la revista Geographical Review, del año 1923 (Vol.13, No.2), ellos determinan la elevación y localización exacta del volcán Sumaco, hasta entonces una especie de figura mitológica de la geografía ecuatoriana.
Dada nuestra reciente historia de accidentes y muertos en las carreteras, es particular la observación en el último párrafo de la publicación de estos dos exploradores y que se refiere a las “limitaciones al desarrollo civilizado de Ecuador”; que, según ellos, estaría en la falta de ferrocarriles y, en particular sobre el transporte entre Sierra y Oriente, por ser “rutas imposibles de comunicación, siendo impropias para la construcción de carreteras o ferrocarriles”.
Es así como nuestra geografía, tan preciada por el turismo y los científicos, ha sido también nuestra tragedia y un obstáculo para el desarrollo económico. Es un siglo desde el ominoso juicio de Sinclair y Wasson, pero las arterias de comunicación comercial entre Amazonía y Serranía siguen cobrando vidas.
Nuestra geografía continúa desafiando la necesidad del país por rutas adecuadas para un comercio competitivo y acorde a los retos mundiales de integración y competitividad.