En su columna El camino a recorrer publicada unos meses atrás, Jorje Zalles destaca que la raíz de una sociedad psicológicamente inmadura recae en un malsano ejercicio de autoridad. Por comodidad, costumbre o desconocimiento muchos padres, maestros y jefes prefieren imponer su criterio de forma arbitraria -con sermones humillantes, eternos memorandos o maltrato físico- en lugar de inspirar un comportamiento reflexivo y crítico en sus pupilos que los lleve, como bien señala Zalles, a “autorregulación de sus propias emociones y comportamiento”.
Lleva años transformar semejante paradigma autoritario tan arraigado en la población ecuatoriana pero solo así se construye una sociedad crítica y participativa capaz de “cortar las relaciones malsanas de dependencia con las figuras de autoridad que tanto aquejan a nuestras sociedades latinoamericanas” y que explican en gran medida el por qué varios ciudadanos sucumben ilusos a los postulados ideológicos promulgados por líderes autoritarios y demagógicos.