Ha corrido cerca de un mes de la desaparición de este Diario en su versión en papel. Y uno creía como ingenuo Librero, que nuestra “inteligencia criolla” abundaría en “pésames” por esta pérdida. Pero casi todos han hecho mutis por el foro.
Diera la idea de que este periódico nunca fue baluarte de los hechos culturales en todos sus ámbitos; defensor de los derechos humanos, opositor tenaz de hechos casi dictatoriales, de escándalos de corrupción…
Es interminable la lista de escritores, políticos, sociólogos, historiadores, críticos de toda índole, analistas, intelectuales, que escribieron en sus páginas, cuyo silencio es vergonzoso. El ogro filantrópico hoy les amamanta y hay temor de que se acabe el pan de cada día. Son parte de lo que Fernando Balseca los llama con precisión: la “picaresca revolucionaria”. Como soy un analfabeto digital el mal ha sido completo. Tuve el honor y privilegio de colaborar en sus páginas culturales y lamento su desaparición provisional.