De pronto estaba en el suelo, magullados mis codos, rodillas, mis lentes despedazados, el terno quedó inservible; el lugar: cerca de la esquina de la Madrid y Toledo diagonal al Ministerio del Ambiente; día y hora: un miércoles cualquiera del mes de abril del 2013 a las 18:35; el motivo: deterioro total de la acera, aunque la calzada había sido asfaltada recientemente, y claro, fundamentalmente la discapacidad visual que tengo desde el año 2001.
Los dueños de los inmuebles son los responsables del mantenimiento de las aceras que los circundan, pero en mi hermosa ciudad eso les importa muy poco a los propietarios, no solo no dan ningún mantenimiento, sino que las alteran con rampas, declives, gradas y mil ocurrencias para satisfacer sus requerimientos.
Los ciudadanos que tenemos otras capacidades e incluso quienes gozan de todas ellas, sufrimos permanentemente al caminar por aceras irregulares, alteradas o inexistentes, pues a pesar de que la autoridad municipal tiene la capacidad coercitiva para exigir la regularización necesaria e incluso la adecuación de las mismas, exigiendo su reembolso con la próxima carta de pago predial, no hacen absolutamente nada y los quiteños nos seguiremos tropezando, magullando nuestros cuerpos y lacerando nuestra autoestima.
S eñor Alcalde, no necesitamos una campaña para que nuestros conciudadanos tengan lástima de nuestra condición, no hace falta que se invente una tasa impositiva más o que cree una dependencia burocrática, solo haga su trabajo, administre esta hermosa ciudad, active el Comedis, revitalice la Ordenanza sobre Discapacidades, y disculpe la reiteración, solo haga el trabajo que una parte de los quiteños le confiaron.