El Seguro Social, es sin ninguna duda, una de las instituciones públicas, por el servicio que presta y entidad autónoma por el origen de sus fondos, que son propios y distintos de los del Fisco, de mayor importancia y trascendencia, pues desde su aparición ha estado al servicio de los más caros intereses del pueblo ecuatoriano.
Fundado el 13 de marzo de 1928, se ha constituido en una auténtica institución emblemática, siendo su verdadera misión y por sus claros objetivos, como el mejor medio para conservar y aumentar la capacidad de trabajo, para procurar la salud de sus afiliados y jubilados y para garantizar la tranquilidad en el porvenir. En suma, el afianzamiento del bienestar, el combate a la miseria y la paz social.
En medio de las grandes luchas sociales y políticas que se han dado en su dilatada trayectoria, su presencia contribuyó notablemente a la modernización del Estado, al punto que el Ecuador de hoy no sería explicable si no se considerase la amplia y variada actividad de esta institución de protección social, jurídicamente autónoma, pero de finalidad esencialmente pública.
Sin embargo, todas las administraciones que surgieron durante el nefasto y corrupto régimen correísta, la llevaron por senderos oscuros y desconocidos. Hay un clamor general de todos los que dependemos de esta institución por una mejor atención médica, entrega oportuna de medicamentos y por pensiones jubilares más dignas y medianamente razonables. El IESS es una institución eminentemente técnica, no botín político y se constituye, en la única capaz para el ahorro nacional. “Si quiebra el IESS, quiebra el país”, y como tal tiene que ser administrado por consultores y expertos en Seguridad Social, como es el caso, entre otras destacadas personalidades, del eminente jurista y exlegislador nacional, el doctor Marco Proaño Maya, quien además, se ha erigido en el único y verdadero defensor de la clase jubilada y del Seguro Social, por sus innegables conocimientos y experiencia, como lo ha demostrado a lo largo de su brillante trayectoria política; luchador incansable en foros nacionales e internacionales y autor de valiosas obras sobre Seguridad Social.
Las negativas y azarosas experiencias del pasado reciente, no hicieron mella en el poder Ejecutivo. Múltiples voces de alerta para la conformación de un Consejo Directivo, absolutamente técnico, para el éxito de su gestión, han caído en saco roto.
El mayor y más grande perjuicio que se le causó al Seguro Social, fue la eliminación del aporte del 40%, como obligación del Estado, para el financiamiento de las pensiones jubilares. Acto ilegal e inconstitucional, sus autores y cómplices quedaron en la impunidad. Crimen sin castigo. Esa herida sigue abierta y aún sangra. Los retos y desafíos para la actual administración, son gigantescos. Se requiere de un replanteo de todo orden: en lo social, jurídico, económico-financiero y administrativo. No hay seguro en el mundo, que funcione sin el debido financiamiento.
¡El Seguro Social, es el único patrimonio que poseemos y tiene que ver con la inmensa, con la cuantiosa responsabilidad de sufragar la vida del pueblo ecuatoriano, de hoy y de mañana!