Los graffitis son pinturas que originalmente demuestran el arte urbano. Existen en el planeta desde hace varios siglos. Quienes hemos tenido la oportunidad de mirarlos en otros países como Europa por ejemplo, y en Italia, particularmente podemos observar manifestaciones de cultura y arte elaboradas en la época del imperio romano. En Ecuador también, aunque de manera limitada, existen estas pinturas que son ejecutadas por personas conocedoras y cultas. No es raro observar pinturas en “murales” callejeros en tercera dimensión y que acompañan a una ciudad artísticamente.
Lamentablemente esto no sucede a menudo, y en estos días en Quito hemos sido testigos de la “obra” que realizan personas que seguramente sufren de desadaptaciones sociales. Son agresivos, no se entiende lo que hacen, ofensivos, e incluso ya han incursionado en actos delictivos. Todo en contra del ornato de la ciudad y del Municipio de Quito. Al ser las calles y plazas espacios libres, los ciudadanos podemos cometer actos en bien o mal para las ciudades y esto último lo están realizando estas bandas. El origen de ello es la educación recibida en los hogares que son nuestra primera y fundamental escuela, siempre y cuando en los hogares haya educación en valores, respeto primero entre sus miembros y luego a la ciudad y más. Seguramente estos “vándalos” provienen de hogares desorganizados, disfuncionales, que no son los únicos tristemente, son muchos y nadie, me refiero a autoridades, se preocupa por conocer el estado mental en que se vive dentro de una casa, ¿cuál es el resultado al respecto de los médicos del barrio?…; entonces estas demostraciones en las calles de los jóvenes desadaptados no son más que una proyección de lo que sucede en sus hogares y en el medio social en que se desenvuelven. Mientras nuestra sociedad siga deteriorándose seguiremos siendo víctimas del resultado de la disfuncionalidad del hogar y también de escuelas que no enseñan como es debido cultura, respeto y confraternidad.