A más de un mes de que fuera ofendida la primera muestra fotográfica exhibida en el flamante bulevar de la NN.UU., EL COMERCIO (3-10-2011, p.17), da cuenta de los rayones y groserías que sujetos que no pueden ser llamados, ni “estudiantes”, ni “grafiteros”, plasman como ruines insultos a la salud visual, sobre lo que sí son “obras de arte”, en que sus autores y la Municipalidad han invertido esfuerzos y recursos del pueblo.
Monumentos, paredes, edificios públicos, cerramientos privados, paradas de transporte público, pasos peatonales, postes, etc., no se libran de soportar rayones o garabatos que solo los patanes pueden entender y quienes pasamos por escuela y colegio, pese a cualquier esfuerzo no podemos descifrar.
Lo peor es que, tras algunos de esos horribles garabatos, muchas veces se camuflan mensajes en clave para la delincuencia.
Sugiero que ayudemos a la juventud quiteña a superar esta forma de indisciplina e incultura, haciéndolos caer en cuenta de forma práctica como afectan la imagen de una ciudad y de todo un pueblo.
No creo que verdaderos patanes, que no entienden lo que es el grafiti, sean capaces y valientes para usar una inmensa lona blanca que el Municipio colocaría junto a las muestras fotográficas, que tenga una leyenda en su parte alta que diga “Espacio para desfogue de los patanes”.
Más, por favor, se requiere que una patrulla esté fija en las noches en esos sitios y durante el día un par de policías municipales para coger de las orejas a los patanes, quienes no podrían alegar “libertad de expresión”.