Estamos en la recta final de uno de los gobiernos más inoportunos en la historia de Ecuador. Digo inoportunos porque el antihéroe que tenemos como Presidente ha tenido que enfrentarse a explosiones sociales, corrupción a tope, crisis económicas y, como gran cierre, una pandemia. Pero Moreno tenía una ventaja: él ya lo venía venir. Recordemos que su vicepresidencia con Correa fue la mejor escuela, aunque al parecer se quedó de año. Veamos por qué.
Lenín no solo dejó a un país con condiciones de pobreza deplorables (sin sumar lo causado por la crisis sanitaria), sino que deja instituciones al borde del colapso y una ciudadanía desprotegida y sin confianza en el poder político. Todo esto, fruto de desligues de culpa, pasadas de pelota y mentira, mucha mentira, porque el pueblo no olvida que a él lo puso Rafael.
Estamos a semanas de darle un giro al futuro político y social de este país. Un país que cada día se quiebra más, donde cada vez lloramos a más muertos, donde las mujeres somos ciudadanas de segunda clase y donde el Estado lucra de los enfermos. No podemos permitir que más de los mismos encaminen nuestra vida a su conveniencia. En nuestras manos está la oportunidad de acabar con la impunidad y el caudillo que tanto ha caracterizado a Ecuador, no la perdamos.
Esperamos con ansias el día en que el Presidente despeje la silla que le quedó grande y así con ganas gritar: ¡Good bye, Lenín!