Muchos de los políticos, inclusive sacerdotes, hablan de la necesidad que existe de superar viejas relaciones de trabajo, calificando a todos los empleadores de perversos y causantes de la pobreza. Esto puede ser cierto porque aún existen patronos que solo piensan en sus ingresos y no en las necesidades de los demás, olvidando que las utilidades se forman con el esfuerzo de ambos sectores y no solo con uno de ellos.
El mensaje debería reorientarse para que sea justo, a fin de que los empleadores que no cumplen con sus obligaciones, sigan el ejemplo de quienes si lo hacemos, en lugar de suponer que todos, sin distinción de ninguna naturaleza, estamos al margen de nuestros deberes.
Estas generalizaciones son equivocadas porque así como hay patronos responsables, hay también de los otros; ministros y empleados eficientes pero también de los otros; políticos buenos y malos; padres, madres e hijos bondadosos y respetuosos, pero también de los otros; sacerdotes y militares cumplidores de sus deberes, pero también de los otros; profesionales y profesores de grandes méritos, pero también de los otros.
Generalizar es injusto y discrepante.