Generación de la victoria
Conmemoramos 25 años desde que nuestro Ejército escribió páginas gloriosas en la historia, enalteciendo el fervor patrio, empuñando sus fusiles defendieron la soberanía ecuatoriana y cumplieron su misión en la defensa e integridad territorial, desde ese entonces hemos sido testigos de episodios cuya base nace de la recuperación de la moral rezagada y heredada desde 1941 donde firmamos el Protocolo de Río de Janeiro, y desde 1995 los ecuatorianos somos parte de una gran generación de la victoria, amalgamada por sus Fuerzas Armadas y con el apoyo cívico de la población impulsado por los representantes políticos de aquel entonces, dando la confianza a sus soldados que entregaron con la sangre de sus héroes caídos en combate y con el sudor y lágrimas de todas las patrullas que estuvieron en primera línea, la fuerza moral de no retroceder y mantener incólume nuestro sagrado suelo patrio, a ellos bien denominados excombatientes, sin descuidar el resguardo de las unidades militares que se encontraban en alerta, cumpliéndose de mejor forma la trilogía de un famoso estratega Carl Philipp Gottlieb von Clausewitz: Estado, pueblo y sus Fuerzas Armadas, sin embargo en la actualidad las dos primeras variables se han polarizado producto de un enfoque socio político, nacen ciertas dudas, ¿cómo la sociedad responderá a un llamado o convocatoria similar?, ya que han quedado en evidencia fuertes grupos políticos cuyos intereses se basan en perpetuarse en poderes alineados a una agenda internacional respaldada de fuerzas con financiamiento de sectores regionales con una gran libreto estratégico de niveles sin precedentes donde confluyen entidades religiosas políticas y sociales así como también nefastos grupos delictivos, y si a este detalle sumamos las actitudes generacionales y los valores postmodernistas, concluiríamos en un escenario no muy grato para enfrentar eventos de altísimo efecto nacional, por el momento nos resta recordar los grandes hitos de la Gesta del Cenepa, aquel 26 de enero donde se desalojó de Base Norte a las tropas invasoras, el 10 de febrero el primer combate aéreo en Sudamérica, 17 de febrero donde se firmó el tratado de Itamaraty, que sirvió para que las fuerzas peruanas adelanten medios y tropas para conquistar Tiwintza, aquel fatídico miércoles negro perpetuado en 22 de febrero, y aquellos 13 reservistas con dos solados y un oficial que de manera temeraria e intrépida enlazaron con alambre Coangos, Tiwintza y Banderas. Entre otras historias de muchos excombatientes.... ¡Loor al soldado ecuatoriano,.Viva la patria!