Los ciudadanos que aceptan cargos para liderar instituciones de importancia en el país deben tener la suficiente entereza para administrar con responsabilidad, y solucionar los problemas que en sus funciones se presenten, y que afecten a la institución que representan. Si no lo pueden, no acepten el cargo asignado. No deben aplicar paños de agua tibia a problemas que toman cuerpo, debiendo los mismos desaparecer de raíz. Entiéndase de “raíz” terminando con la consabida muletilla “hacemos lo posible”, “no tenemos los recursos”, etc.
Rechazo categóricamente la posición de un ciudadano que, en una de las redes sociales, dice que “los rectores o directores de una institución educativa no son detectives o guardaespaldas de sus alumnos para controlarlos”. Colijo que este ciudadano que tiene esta apreciación, no posee la suficiente conciencia de lo que habla, y que más bien respira por la herida siendo parte de este sistema de corrupción, y esta particular suerte que afecta a la niñez.