Ciudadanos que vivimos en ciudades del Primer Mundo, como Quito, alabamos y nos reconforta los niveles de seguridad, en crecimiento, que se muestran. Pero ciudades del Tercer Mundo también nos preocupan, donde la falta de competencias de los municipios, y la falta de control de la corrupción, no han permitido casi ningún cambio efectivo en la seguridad. Un ejemplo: en mayo estuve de paso por la ciudad del tercer mundo, Atacames, y en dos días que estuve, nunca observé un auto policial, un policía en el centro y ni un puesto de auxilio de la Policía, en la playa. Los lugareños me indicaron que en mayo ya es casi temporada alta, y vi playas repletas de turistas nacionales. Entonces entendí por qué en la playa de Atacames no vi ningún turista extranjero, y cuando vi la puerta bien cerrada de la edificación policial en el centro, pensé irónicamente, que la seguridad era efectiva para que no salga ningún policía a cuidar la ciudad.