Las cenizas de Maximilien Robespierre deben estarse retorciendo de tristeza bajo la faz de la tierra, “el Incorruptible” uno de los hombres más importantes de la Revolución Francesa y el creador del “Reino del Terror” debe estar viendo desde algún lugar como la República que él ayudó a fundar se sume en la depresión de tanto llorar y llorar por culpa de los terroristas modernos.
Estos no están armados con la guillotina que el instauró en la plaza de la Concordia en pleno corazón de París, ¡no! Los de ahora van armados con bombas, granadas, ametralladoras y hasta camiones para arrollar a la gente. El auto proclamado Estado Islámico (Daesh) se ha atribuido el atentado de la noche del 14 de julio en Niza: 84 muertos y más de 100 heridos; a los hay que sumar los 130 muertos del atentado de noviembre del 2015 en París.
Esta gente no parece tener corazón, matan y matan a más personas sin pensar, están ensañados con Europa y en la mira del cañón siempre tienen a Francia. Por enésima vez mueren inocentes, personas que no tienen culpa de nada.
En la conmemoración del Día Nacional y en recordación a la Revolución Francesa, hecho que marcó la historia de la humanidad el terror vuelve a apoderarse, como mismo lo hizo bajo los dominios de Robespierre, pero esta vez gracias a los terroristas islámicos.
Ni la Guillotina de Robespierre ni las bombas de la OTAN acabarán con un problema que ya tiene carácter mundial, el terrorismo internacional llegó para quedarse. Ojalá y no se cieguen más vidas inocentes que no tienen la culpa de nada…