En carta publicada en EL COMERCIO de este domingo, el señor Miguel Ángel Andrade afirma que “…no existe la manera, forma o dictamen científico que ratifiquen la igualdad de un alma mater ante un instituto tecnológico…, que la educación impartida en los salones universitarios es muy diferente….”
Respeto su derecho a decir lo que siente y sabe desde su cultura pero le invito a reflexionar en lo que se entiende por “sistema educativo” que según la Filosofía, las Ciencias de la Educación y la Constitución de la República es una estructura orgánica compuesta por los niveles de educación inicial, general básica, media y superior, integrado este último por las “universidades, Escuelas Politécnicas e Institutos Técnicos, Tecnológicos y Pedagógicos; y conservatorios de música y artes debidamente acreditados”. Desde esta perspectiva, “La educación es un derecho de las personas a lo largo de su vida y un deber ineludible e inexcusable del Estado… área prioritaria de la política pública y de la inversión estatal, garantía de la igualdad e inclusión social y condición especial para el buen vivir”. Pretender hacer diferencias que minan el sentido lógico de una estructura orgánica en materia tan delicada como es la educación, es negar la construcción colectiva de un país que necesita el aporte organizado de todos. Los objetivos del desarrollo y bienestar de los ecuatorianos seguirán siendo el sueño inalcanzado mientras se mantengan criterios egoístas y aislados de unos que se creen superiores, desconociendo los beneficios de una gestión estructurada donde la universidad responda por una planificación que centrada en la moral y la razón defina el tipo de país que queremos y las líneas maestras del desarrollo para los tiempos que vienen cuando niños y jóvenes de hoy lleguen a su edad adulta preparados por un sistema escolar donde cada uno de los niveles asuman sus responsabilidades de formación en atención a sus perfiles de vocación e interés. Hablar de una universidad de calidad sin los soportes de las bases es como pretender la construcción de un edificio sin cimientos. Hablar de mejorar las condiciones de vida al margen de las tendencias universales en tiempos que la evolución científica y tecnológica que cobra fuerza. El futuro del país está en la formación humano – cultural y científico – tecnológica.