Soy profesor y me afilie voluntariamente al FCME, al darme cuenta que era una institución con buenos resultados económicos.
Siempre estuve consciente de que no llegaría a figurar como directivo, pero acepté ser delegado de mi colegio y como tal, asistí a un par de asambleas.
Recuerdo que una de ellas fue en Cuenca. Pagué de mi sueldo el pasaje de avión. No quise irme en el bus asignado, pero lo hice con gusto, no porque me sobrara el dinero, lo hice porque era algo extraordinario el ambiente positivo entre maestros que teníamos la confianza en nuestro Fondo.
Al analizar como personas a ciertos directivos los consideraba parte de un grupo que solo ellos tenían la posibilidad de ocupar tales funciones, pero los apoyaba porque son personas surgidas de la clase popular como yo.
No fueron niños ricos. La mayoría son mestizos como yo; es decir, gente de nuestro pueblo, que con base en poner en práctica una idea de solidaridad, dirigía una institución financiera con éxito.
En la última asamblea que se realizó en Quito, para mí era evidente lo que el Gobierno buscaba con el FCME (que es una institución privada), por lo que propuse establecer el aporte de los partícipes en USD 0,01 (un centavo) con lo cual no perdíamos nuestra condición de afiliados activos y dejaba de ser atractivo. Luego razoné que no solamente los activos y patrimonio del Fondo son importantes sino también la cartera de clientes.
Si hay libertad en este país, no me obligarán a estar afiliado a una entidad manejada por el Biess. Yo me afilié a una entidad manejada por maestros. Si el FCME pasa al Biess quiero que inmediatamente cese mi aporte y me devuelvan mi dinero.