Guayaquil es una ciudad bendita por el lugar que le miremos, es una ciudad llena de futuro, tiene fauna, flora, tiene los seis elementos: metal, agua, madera, fuego, tierra y aire. Es una metrópoli que se construye con el puño de sus hijos de diferentes regiones del país y extranjeros, tiene la esencia aún del pasado de quienes la fundaron.
Cuando la visitamos por diferentes circunstancias la redescubrimos, nos asombra por su manantial de vida que posee, y que está ahí al frente de la gente y sus barrios que para unos pasa inadvertido, no tienes que ser sensible para que llame la atención, simplemente son parte del convivir diario.
Les hablo de la majestuosidad de la naturaleza que tiene cada uno de los sitios donde la gente puede vivir, convivir o descansar en paz.
Guayaquil la hermana mayor del Ecuador, que se distingue por todo lo alto, es la ciudad diversa que alberga historia no solo del presente sino del pasado, sobre todo de épocas milenarias.
La ciudad que fue conquistada por extranjeros, que trajeron con ellos sus pinceles y artes y fundaron en el Golfo del Pacífico la ciudad futuro del continente, por estar ubicada en un sitial privilegiado de la topografía del país, tiene misticismo y magnetismo.
Guayaquil, ciudad Juliana, es un museo vivo y patrimonio de la diversidad de la Región, solo adentrándonos a sus cementerios que son el arte puro del pasado religioso y cultural de sus habitantes podemos entender quién es Santiago de Guayaquil.
¿Usted podría imaginar que en un césped de los cementerios de la perla del Pacífico, hay vida animal majestuosa?
Pues sí, hay nidos de aves pintorescas anidando sus nidos para dar vida a nuevas aves; donde habitan nuestros seres queridos para la eternidad; otros seres de vida dan dicha y esperanza a ese manantial que es el huerto del Señor.
Las aves hacen de ella su nido de amor. Y nosotros los que la admiramos la hacemos más sensible y humana a la ciudad más prospera del Ecuador. Por eso y más la saludamos en su día.