He conocido que como parte de la agenda de eventos destinados a celebrar las fiestas de fundación de la ciudad de Quito consta, entre otros, lo siguiente: la Fiesta del Fuego, en la noche del 29 de noviembre, que consiste en que en la Plaza Grande se instalará un gran pebetero en el que el Alcalde encenderá el “fuego de las fiestas”. Luego, esa misma noche, “un grupo de chasquis de los barrios populares llevarán la antorcha hacia sus parroquias” para encender, en cada barrio, “una chamiza que representa la fiesta viva y la identidad que nos ilumina”.
No me interesa discutir que el fuego, dispersándose en los barrios, no tiene ninguna relación con la fundación de la ciudad ni con sus tradiciones, tal vez con la festividad de San Pedro y San Pablo cuando se solía saltar la chamiza. Me parece que la identidad y el fuego que nos ilumina tiene más que ver con “Quito Luz de América”. Sin embargo, lo que me interesa es alertar al señor Alcalde de lo inoportuno del evento de fuego.
Los brutales episodios que en octubre agredieron a Quito: destruyeron su patrimonio cultural, amenazaron a sus habitantes, incendiaron edificios públicos, talaron un árbol patrimonial de 200 años de vida, ocuparon la sede de la Asamblea, bloquearon las vías, atacaron ambulancias, etc. Estas acciones no fueron, ni la expresión de un sentimiento popular generalizado ni un evento espontaneo, auténtico y coyuntural. Fue la ejecución de una estrategia perversa en la que grupos de delincuentes entrenados y organizados pretendieron, y lo seguirán intentando, mediante la violencia generalizada: infundir el terror, demoler el orden constitucional, conseguir la inmunidad y recuperar el poder por la vía del caos ya que cada vez se les hace más difícil recuperarlo por la vía electoral.
Por las razones expuestas e invocando a un criterio de prudencia, le pido al señor Alcalde que suspenda los eventos con fuego en la celebración de los 485 años de la fundación española de la ciudad de Quito.