Con verdadera pena y frustración veo que por muchas decisiones equivocadas y mezquinas, la fiesta de los toros parece haber llegado a su fin en la ciudad de Quito.
Hoy, los grupos antitaurinos radicales como pocos, con ese enorme resentimiento del mestizaje del que me siento tan orgulloso y el desprecio por la conquista, hecho histórico de hace más de 500 años que no se puede cambiar, se han salido con la suya y Diabluma resultó, como fuerza de choque, más fuerte que la enorme afición a los toros que siempre fue tradicional de esta bella ciudad.
Llegamos a tener la feria más importante de América y verdaderos monstruos de la tauromaquia sentaron cátedra de su arte es estos lares. Arte, sí señores, arte admirado por personajes de la cultura no solo hispanoamericana sino mundial.
Hombres y mujeres de cultura, de literatura, de artes plásticas en general del país y del mundo del toro sentirán mi misma pena y frustración.
Personalmente había dejado de ir a los toros por motivos de salud, pero defiendo y defenderé la fiesta como un derecho a la libertad que tenemos los seres de humano de escoger lo que nos gusta o no sin que nadie nos prohíba nada, más aún si crees vivir en democracia.
Se dice que a la empresa ya no le interesaba seguir con el “negocio” de los toros, sería una pena y una vergüenza ya que no puedes abandonar a una afición que por muchos años ayudó a llenar tus alforjas y por eso espero que esta versión no sea verdad. Pero sea cual sea el motivo, los clarines y timbales que anunciaban el inicio de las fiestas de la ciudad tan ligada a la de los toros, al parecer callaran, al menos hasta cuando alguien cambie las reglas de juego.
El flamenco y todo lo que representa quedará solo en música y baile y ya no en la plaza. Toros, solo en cuadros y esculturas magistrales de maestros nacionales y extranjeros, en novelas de grandes escritores. Por ahora un réquiem por la fiesta brava, muerta en Quito por decisión de quién sabe. En mi alma seguiré siendo un mestizo encantando de haber recibido como herencia, entre otras cosas, mi gusto por los toros y el flamenco. ¡Y Olé!