Y por fin se hizo justicia con Fidel Araujo, un exmilitar perseguido a sol y sombra por este Gobierno con el pretexto de haber participado en la “asonada” del 30-S, cuando la Policía se declaró en huelga por falta de pago y por retiro de algunas ventajas económicas y que terminó con una actitud fuera de toda lógica del Presidente al concurrir al Regimiento Quito poniendo en riesgo su vida y aprovecharse de la oportunidad para declararse secuestrado por la Policía, mientras se lo llevaban al hospital de la institución desde donde siguió gobernando y dirigiendo su “liberación”, algo que nunca hemos creído muchos de los ecuatorianos.
El Sr. Presidente quiso victimizarse a los ojos de sus seguidores y lo consiguió a un alto costo, ya que varias personas murieron y quedaron prácticamente en el olvido. Luego muchos fueron los perseguidos entre policías, militares y políticos y algunos declarados inocentes o “indultados” por el mismo Eco. Correa, en actos que jamás entenderé.
La última que conozco, creo, fue la injusta sentencia contra Fidel Araujo a quien no conozco sino de vista y, por lo tanto, no me une nada más allá que mi recto criterio respecto de los DD.HH. Que se sepa nunca se probó que Araujo estuviera involucrado en algo que, de paso, nunca sucedió. Pero el anhelo de revancha del Gobierno fue muy fuerte y como este señor estuvo vinculado con el gutierrismo, al que odian, pagó caro ese involucramiento.
Durante más de cinco años ha tenido que luchar por su libertad y no creo que es hombre de muchos recursos hasta que finalmente fue condenado por atentar contra la vida del Presidente – magnicidio- y por terrorismo (lo que está de moda en este Gobierno, que ha criminalizado la protesta social) (?).
Pero ¡oh sorpresa! el mismo día que era apresado, en esta semana, recibió la noticia de que el presidente Correa en un acto de “magnanimidad” le había concedido el indulto. Todo esto es tan raro para mí, pero me alegro que un hombre como Fidel Araujo, quien siempre mantuvo su inocencia en hechos que solo estuvieron en la mente de los asesores presidenciales, esté libre y que con el perdón presidencial, en lo que a él respecta, todo quede olvidado.
Pero en el alma y la conciencia de Araujo tendrá que lidiar siempre ese gran dolor y en la del Sr. Presidente saber si persiguió a un inocente o no. Por lo del indulto, parece que a un inocente. Saludo la libertad del exmilitar como de cualquier otro ciudadano injustamente perseguido. Finalmente, se le hizo justicia. En nuestro país hay demasiados perseguidos y si no que lo digan los miembros de las Comisiones de la Verdad que, designados por el Gobierno y/o la ciudadanía para investigar hechos de corrupción, al denunciarlos terminan perseguidos, en el típico caso del alguacil alguacilado.