Con motivo de la grave conmoción que vivió el Ecuador y especialmente Quito en pasados días, vuelven a nuestra mente trillados conceptos que dicen que nuestros soldados no se enfrentan con sus con nacionales; sin embargo, hoy que el mundo está presente en nuestras computadoras y teléfonos deberíamos preguntamos qué pasaría si este concepto fuera puesto en práctica por fuerzas del orden en Francia en la rebelión de los chalecos amarillos, en Hong Kong con las fuerzas que se oponen a cambios constitucionales o en Estados Unidos con policías que tienen que enfrentar a terroristas, supremacistas e inclusive las FF.AA. que tuvieron que controlar el orden en Louisiana después del paso del huracán Katrina.
Un Estado democrático tiene leyes y autoridades democráticamente electas que tienen que actuar como manda la constitución, y para ello entre otros instrumentos cuentan con un brazo armado. Ha sido bochornoso ver en estos días soldados y policías secuestrados, humillados, cuyos equipos fueron incendiados, por parte de delincuentes ecuatorianos que no fueron neutralizados como corresponde, no es coherente que dado un estado de excepción y hasta toque de queda, “para nuestro orgullo” salgan los soldados casi desarmados, siendo que ellos se supone imprimen una acción de control más efectiva, intensa y contundente que la policía; ¿dónde están los cartuchos de goma, los cartuchos de pintura, los cartuchos con saquetes de arena, armas eléctricas para que actúen? Considero que este no es un motivo de orgullo nacional sino de preocupación ante la posibilidad que en el futuro nuestra paz y seguridad puedan ser amenazados por delincuentes o soñadores idealistas con nacionales.
Juan Salomón Villegas Aldas