¿Festejamos a Quito?

En la coplas a la muerte del Maestre de Santiago Don Rodrigo Manrique se dice: “como, a nuestro parecer cualquiera tiempo pasado fue mejor”, eso calza en lo que respecta a las llamadas fiestas de Quito. Pero no crean que piense en los toros o las grandes farras barriales; pienso en que la ciudad tenía identidad. Tony Puig de reciente visita al Ecuador nos enseñaba lo primordial que un territorio tenga clara identidad. Tampoco la pérdida de ella es “atributo” de un alcalde. La identidad así como su pérdida es un proceso reversible.

Pero ¿qué festejamos ahora el 6 de diciembre de cada año? Si nos remitimos al hecho histórico es la fundación española de la ciudad; fundación no la primera (por Almagro) sino – en la misma línea de complicar más las cosas- la segunda (Benalcázar), entonces esa ambigüedad que ha llevado a que estas fiestas no tengan sentido de comunidad nacieron así de ambiguas.

Es hora de buscar la forma de encontrarnos con la ciudad más allá de sus necesidades, exclusiones, infraestructura y expectativas, debemos buscar darle identidad. Los imaginarios de un territorio deben sintetizar lo que son sus habitantes en relación con su entorno, no podemos reducirlo a una obra, a una administración ni a un fenómeno natural. Hoy en el siglo XXI y con el cambio climático como espada de Damocles sobre los humanos; la forma como nos relacionamos con el medio geográfico es la que determinará nuestro grado de civilización.  

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