Permítame felicitar al columnista Fernando Tinajero por su estupendo artículo “Una palabra devaluada” (la palabra revolución). Su lúcido análisis recuerda los fenómenos políticos que más influyeron en la América Latina del siglo XX. La Revolución bolchevique de 1917, el estalinismo, la Revolución bolchevique de 1917, el estalinismo, la Revolución Cubana de 1959, y la revolución bolivariana instaurada en 1999 por Hugo Chávez.
La URSS nos transmitió el espejismo colectivista para implantar la dictadura del proletariado y la preeminencia de papá Estado. El estalinismo contribuyó a la confusión entre estatismo y socialismo.
La revolución cubana evoca los días ilusorios que se prohijaron en la Sierra Maestra. Y también al rapto que sufre Nicaragua gracias, “al heroico guerrillero de ayer convertido en la cabeza de una nueva dinastía, ni mejor ni peor que aquella que él mismo contribuyó a derrotar”, como bien anota el Dr. Tinajero refiriéndose al Somoza del siglo XXI, llamado Daniel Ortega.El denominador común es que todos los fenómenos descritos, han sido nefastos para sus pueblos. Las “nobles resonancias” de la palabra revolución –como dice el Dr. Tinajero-, ya no funcionan.
El apoyo de las mayorías de las que tanto se ufanan los revolucionarios no expresa necesariamente la verdad. Esas mayorías se vuelven minorías cuando devienen en populismos destructivos. Entonces prevalece la intolerancia con quienes discrepan con el poder, y la represión reemplaza al pluralismo.
Cualquier parecido con el Ecuador político de hoy, no es pura coincidencia.