Respecto al artículo del martes 5 de marzo “La elección del Papa, sin favoritos”, me he cuestionado acerca de varias afirmaciones. ¿Hablamos de un cónclave o de una especie de campaña política que requiere promocionar a los candidatos? ¿Se reunirá en Roma un “lobby” que busca mantener a los mejores “candidatos” en el poder, o serán 115 cardenales, que lo que buscan es ser instrumentos del Espíritu Santo para elegir a quien pueda guiar a la Iglesia? Me llama la atención el que se asegure que “muchos grupos católicos, aunque lo nieguen, discretamente se mueven”. En primer lugar, porque preguntando a miembros de dichos movimientos, la gran mayoría no conocía siquiera a su supuesto candidato. En segundo lugar, porque, aunque la afirmación fuera cierta ¿desde cuándo los fieles de la Iglesia que no pertenecen al episcopado tienen voz o voto en los resultados del cónclave? En todo caso me gusta la idea de que se piense en un “outsider”, pues ¿no ha sido, sobre todo en los papas del siglo XX, una sorpresa para el mundo el Pontífice elegido? Me pregunto entonces ¿de qué sirve seguir haciendo cábalas, si el “favorito” de Dios ya ha sido elegido por Él desde toda la eternidad? Claro que con una visión falta de fe es imposible llegar a entenderlo.