Es satisfactorio saber que una ciudadana argentina víctima de un accidente en nuestro país fue auxiliada por el Estado ecuatoriano.
Recuerdo, coincidencialmente, que un hijo mío que reside en ese país, fue igualmente víctima de un accidente similar, pero no recibió la misma atención del Estado ecuatoriano, pese a las buenas intenciones del señor Canciller, pues los oficiales de nuestras legaciones de allá no tuvieron la misma preocupación, por lo que fue el Estado argentino el que respondió con sus instituciones, como en este caso.