15 de noviembre
No me pierdo los editoriales de Enrique Echeverría por su versación en materia jurídica, por su clara exposición de hechos y conceptos, además por sus criterios sensatos y mesurados. En dos recientes se refirió a los trágicos y penosos sucesos de noviembre de 1922 en Guayaquil. Mencionó varias fuentes entre ellas el libro “La semana trágica de Guayaquil”, de autoría de Marcos Gándara Enríquez. Enrique afirma en ambos artículos la muerte de 30.000 personas, el 15 de dicho mes principalmente, por un enfrentamiento entre subversivos y las Fuerzas Armadas y Policía. Luego de un análisis de fuentes confiables en el ya mencionado libro se concluye que las cifras de muertos sostenida por varios historiadores son exageradas, sin con ello dar menor importancia a tan lamentable suceso. En su libro Marcos Gándara refuta con argumentos algunas de las afirmaciones de Joaquín Gallegos Lara en “Las cruces sobre el agua”, que a pesar de haber sido de una novela, se han tomado como ciertas en libros de nuestra Historia. Marcos Gándara concluye que lo más probable es que, aproximadamente, los muertos fueron 89 y 174 los heridos, según datos sustentados por nombres de las víctimas, registradas por Alejo Capelo –dirigente anarquista- y por correlación con datos de prensa de esos días. Datos más contemporáneos de prensa hablan de 30.000 manifestantes; quizá ése sea el origen del error de Enrique Echeverría.
En uno de estos editoriales afirma que Marcos Gándara fue presidente de la Junta militar de gobierno (1963-1966). El contralmirante Ramón Castro Jijón fue su presidente.
Marcos José Rodrigo Gándara Espinosa
Dejando Huellas
Vivamos con amor, ese amor que nace de un ¡Buenos días!, ¡Gracias!, ¡Yo puedo!, ¡Ánimo!, llenemos la vida de los demás de lindos recuerdos, de sueños … aunque algunos parezcan locuras, son los que le dan color a cada nuevo día…
La familia vivió una experiencia muy difícil de asimilar, sin entender razones nos tocó despedir a un familiar… Joven, lleno de sueños, lleno de alegría… desgraciadamente la vida a veces nos golpea duro y mientras ensimismada y con mis pensamientos perdidos observaba la cantidad de gente que lo lloró, que le agradeció, que demostró el gran cariño que sentían por él… empecé a escribir en mi cabeza este artículo.
Supo vivir con amor, labrando un camino de hermosos recuerdos, conquistó sus sueños, contagió alegría a todos aquellos con los que coincidió en el camino… y aunque ya no está, vivirá en cada persona que lo recuerde. Todos esperábamos despertar de esa pesadilla, a medida que pasaban los minutos entendíamos que esa era nuestra cruel y dura realidad, pude ver ojos llenos de recuerdos, lágrimas llenas de cariño, escuché palabras llenas de sentimiento y con una mezcla de dolor y alegría me repetía internamente: ¡esto es un ejemplo de lo que debemos ser y hacer!, dejar huellas, ser luz, dejar recuerdos, estoy segura de que él estaba ahí… Mirando y sonriendo, todos lo despedimos con amor, se fue su cuerpo, sin embargo, se quedó su legado… ya no se escuchará su voz, pero siempre recordaremos su sonrisa…
¡Gracias por ese ejemplo!, ¡Así debemos vivir!, Sembrando sonrisas y alegrías, entregando amor para que ante nuestra ausencia física todos sonrían al recordarnos, procuremos irnos dejando huellas.
Aissa Pazmiño Real
Decadencia moral ecuatoriana
Los acontecimientos que dejaron las fiestas de Quito demuestran la decadencia moral que sufre nuestro país. Es pertinente aclarar que salir a celebrar está bien. Tomar un canelazo y compartir con amigos y familiares en estas fechas es positivo. Sin embargo, el comportamiento de ciertos ciudadanos deja mucho que desear, ya que las celebraciones se deben desarrollar en un ambiente de respeto. El filósofo estadounidense Russell Kirk afirmaba que los países no solo necesitan de economías libres para poder progresar, pues el respeto a un orden moral, donde los individuos de una nación estén conscientes de que existen normas de convivencia, es un factor determinante para alcanzar ese desarrollo que tanto anhelamos. Además, es esencial mencionar que lo sucedido en Quito es el común denominador en la mayoría del país.
Lo que más sorprende son las celebraciones protagonizadas por los jóvenes. Es entendible y legítimo el deseo juvenil de salir a celebrar, de tomar alcohol y disfrutar con amigos, pero no es tolerable que en plena vía pública se aprecien bailes obscenos que atentan contra el pudor y el respeto. De igual manera, con aquellos ciudadanos que protagonizaron peleas y desmanes en la capital. Es obvio que siempre surgen problemas en este tipo de festividades, pero al punto que se ha evidenciado es preocupante. ¿Dónde quedaron los valores que padres y abuelos nos han transmitido?
La decadencia moral ecuatoriana es igual de peligrosa para el desarrollo como la corrupción.
Un país necesita de gente respetuosa, responsable y comprometida con la preservación de valores éticos. Caso contrario, salir de ese subdesarrollo del que tanto nos quejamos es imposible.
Leonardo Gabriel Paredes Narváez
Medicinas para la salud pública
Ante el grave problema de medicinas en la salud pública y del IESS, cuyos personeros han tratado de explicar que se debe a los lentos y complicados trámites de contratación pública sin perjuicio del temor de ciertos administradores que al menor error deban responder con su libertad, el Gobierno sencillamente debe declarar emergencia en el sector para abreviar trámites, designando sin embargo una comisión ciudadana de veeduría integrada por representantes de la iglesia, colegios médicos, farmacéuticos y más sectores relacionados para que con delegados de Contraloría, supervisen los procedimientos de cotizaciones y ofertas mas favorables a los intereses ciudadanos. Esto, a fin de resolver a la mayor brevedad las adquisiciones que puedan abastecer a la salud pública y del IESS. Sería deseable que el Gobierno se asesore con personal experto en administración pública y no solo con especialistas en negocios privados de comercio, aduanas, mercantiles, etc., según el comentario de un jurista muy conocido.
Jorge Chambers Hidalgo
Miedo a la soledad
En una sociedad tan hiperconectada gracias a las redes sociales e Internet, las nuevas generaciones estamos desarrollando miedo a la soledad. Cada vez nos cuesta más hacer cosas solos por nuestra cuenta. Acciones ordinarias como salir a pasear, ir al cine o a comprar parecen inviables si no las hacemos acompañados.
Todo ello genera dependencia e inseguridad en nosotros mismos, que puede provocar problemas de estabilidad emocional.
Estar solo y hacer cosas solo no debería de verse como algo extraño o algo a lo que temer. Debemos aprender a estar con nosotros mismos y disfrutar de nuestra propia compañía.
Mariona Bosch
El mal uso del sombrero
Mediante una carta del suscrito, fechada el pasado 23 de julio, me permití señalar cómo la sociedad en general va perdiendo sus buenas costumbres, afectando con ello la educación y el respeto a los demás.
EL COMERCIO vuelve a topar el tema, en su edición del 23 de noviembre, bajo el título de: “Investidura del Sombrero”, donde el autor comenta que: “desde siempre hemos aprendido a (quitarnos) el sombrero al entrar a un lugar cerrado, en señal de respeto a las personas”; aunque hoy, añado yo, lastimosamente, ni siquiera el saludo se contesta, llegando ciertos grupos a no quitarse dicha prenda, por estimar que es parte del folclor ecuatoriano.
Quienes creen que ello es bueno, no han observado que los militares, policías y otros estamentos que usan uniformes, si lo hacen, pese a ser las gorras o boinas también parte de su vestimenta, porque los buenos modales no atentan contra la democracia.
Solo falta que algunos entren a las sesiones en la Asamblea Nacional con paraguas, porque estaba lloviendo, o sombrilla porque hacía mucho sol.
Iván Escobar Cisneros