Hace algunas semanas viajamos a Ecuador, para constatar la devastación que dejó el terremoto de abril. Fuimos invitados como expertos por autoridades tanto del sector público como privado, para dar a conocer la experiencia chilena en materia de construcción y protección sísmica.
Nuevamente estamos recorriendo el país para analizar los daños sufridos por las escuelas públicas, en el marco del programa de reconstrucción de infraestructuras escolares. Estamos seguros que instancias como estas nos permitirán ir estrechando lazos como pueblos hermanos que somos y consolidando un apoyo real al pueblo ecuatoriano.
Ecuador está tratando de ponerse de pie, entendiendo que su forma de edificar y diseñar sus ciudades está hoy obsoleta. Ahora, más que reconstruir, hay que volver a construir las ciudades y su infraestructura, considerando la implementación de dispositivos de protección sísmica en estructuras estratégicas que permitan garantizar la continuidad operativa de dichos emplazamientos.
Tragedias como las sufridas son alertas más que suficientes y reales oportunidades, para que el pueblo y las autoridades ecuatorianas entiendan y planifiquen sus estructuras urbanas más estratégicas como escuelas, hospitales, puentes, aeropuertos e instalaciones portuarias de manera tal que puedan resistir con resiliencia los embates de la naturaleza, sobre todo considerando los últimos eventos vividos.