Luz al final de la desesperanza, con la vacunación, si se cumplen conductas éticas. La Comisión Nacional de Bioética identificó principios irrenunciables. Aspirar a que sea universal. Proteger a las personas con mayor riesgo de contagio, de enfermedad grave o de muerte, por factores ocupacionales, biológicos o sociales. Respetar la igualdad de condición moral y derechos humanos. Garantizar la no maleficencia y beneficios para quienes tienen mayor carga por la covid-19: personal sanitario, de servicios esenciales, de seguridad pública. Que en un grupo de igual prioridad todos tengan la misma oportunidad, y que en ellos se prioricen los más vulnerables. Que se tomen decisiones basadas en la evidencia científica, valores compartidos y aportes de los vulnerables. Que los planes para la distribución prioritaria de la vacuna sean claros, comprensibles, se comuniquen públicamente, y en ellos predomine el bien común sobre el familiar, y no existan vestigios de conflictos de intereses aparentes o potenciales, individuales o institucionales. Solo así esperemos ver luz, más luz.